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El enfoque principal debe ser mantener la calma, beber agua y refugiarnos en un entorno tranquilo y seguro. Aunque los efectos suelen seguir su curso y desaparecer gradualmente, tomar un tentempié como fruta o pan puede ayudarnos a recuperar el equilibrio. Hablar con alguien de confianza o poner música relajante también puede aliviar mucho si estamos alterados. Las luces fuertes o los ruidos intensos pueden resultar agobiantes, así que conviene optar por ambientes con luz tenue y sonidos suaves. Si notamos que la ansiedad va en aumento, la respiración pausada y ejercicios suaves suelen ayudar a relajarnos. Rara vez es necesario recurrir a asistencia médica, pero siempre está ahí si sentimos que no podemos manejarlo. A continuación, vamos a explicar en detalle cada estrategia y cómo prepararnos para el bajón tras el viaje.
Las trufas mágicas nos invitan a una vivencia muy especial, en la que influyen múltiples factores como nuestro cuerpo, mente, dosis y el entorno en el que nos encontramos. Son ricas en psilocibina, un compuesto capaz de transformar nuestra percepción y consciencia. Cada experiencia es única y puede durar varias horas. Conocer las distintas fases y saber qué podemos esperar nos hace sentir más preparados y seguros.
Fase | Qué Sucede | Sensaciones |
---|---|---|
Inicio | 30-60 minutos tras la ingesta aparecen los primeros efectos | Nervios, cosquilleo, leves visuales |
Subida | 1-2 horas, los efectos aumentan, los sentidos se agudizan | Euforia, risas, colores intensos |
Punto álgido | 2-4 horas, máxima intensidad, pensamientos profundos, visuales, tiempo alterado | Intensidad, introspección, nuevas ideas |
Meseta | 4-6 horas, los efectos se mantienen pero bajan en intensidad | Calma, reflexión, serenidad |
Descenso | 6-8 horas, los efectos desaparecen, posible sensación de resplandor final | Cansancio, reflexión, sensación neutra |
Por lo general, un viaje con trufas mágicas dura entre 4 y 6 horas, aunque puede alargarse hasta 8 si la cantidad es elevada. Todo comienza alrededor de media hora después de tomarlas, así que es importante organizarse con tiempo y reservar todo el día sólo para esto.
La fase de mayor intensidad suele estar entre la segunda y cuarta hora, cuando los colores, emociones y pensamientos se intensifican. Después, los efectos se suavizan, pero un resplandor apacible puede acompañarnos durante un tiempo. Este momento tranquilo puede ser ideal para reflexionar, así que no tengamos prisa por finalizar la vivencia.
Es habitual perder la noción del tiempo durante el viaje. Tener un reloj a la vista puede ayudarnos a relajarnos y a recordar que la experiencia acabará por sí sola.
Nuestro peso corporal y metabolismo afectan a la fuerza del viaje. Una persona menuda puede notar mucho más una dosis de 10 g que alguien más grande. Tanto la variedad como la cantidad consumida importan: 1 g es suave, 2-3 g resulta intenso, y a partir de 4 g puede ser demasiado para muchos. Para quienes empiezan, 7,5 g es una opción segura; 15 g está reservada a personas con experiencia.
La actitud es clave: si estamos nerviosos o tensos, el viaje puede resultar más difícil. Por el contrario, una actitud abierta y relajada suele llevarnos a disfrutar más. El entorno es igual de importante. Estar en un sitio tranquilo y seguro, con una persona de confianza cerca, reduce el nerviosismo y facilita todo el proceso.
Un viaje complicado puede aparecer como ansiedad, miedo o la sensación de estar atrapados en nuestros propios pensamientos. Aunque en el momento se sienta abrumador, normalmente la sensación pasa con el tiempo.
Si la experiencia se vuelve difícil, intentemos respirar despacio, bajar la luz, poner música suave. A veces, simplemente cambiar de habitación o hablar con alguien de confianza marca la diferencia. Recordemos que es algo pasajero y tratemos de tranquilizarnos.
Estas vivencias desafiantes también pueden ofrecernos grandes aprendizajes. Afrontar emociones difíciles nos permite conocernos mejor y crecer a nivel personal.
Buscar reducir los efectos de las trufas mágicas es una cuestión de bienestar, seguridad y autocuidado. Si en algún momento sentimos que la experiencia es demasiado intensa, existen estrategias que nos ayudan a recuperar el control y sentirnos más tranquilos y cómodos.
Principales consejos:
El lugar donde nos encontramos marca la diferencia. Si notamos incomodidad, podemos ir a una habitación tranquila o el salón donde nos sintamos protegidos. Bajamos la luz, ponemos música suave o incluso aromatizamos el espacio con algún olor agradable para relajar el ambiente.
Salir a pasear o sentarse en un rincón tranquilo de un parque, acompañados de alguien de confianza, también suele ser muy efectivo para disminuir el nerviosismo. La naturaleza suele ayudar bastante cuando necesitamos reconectar y calmarnos.
Dar un paseo, estirarnos o simplemente sujetar un objeto suave puede ayudarnos a "volver" al presente. Tocar una manta agradable o notar la textura de la madera bajo los dedos reconduce nuestra atención.
Intentamos identificar objetos, colores o sonidos de alrededor; esta práctica sencilla nos saca mentalmente de la experiencia intensa y nos devuelve a la realidad. Prestar atención a las respiraciones y sentir los pies sobre el suelo también ancla nuestra mente.
No tenemos por qué atravesar todo esto en soledad. Compartir cómo nos sentimos con un amigo es un gran alivio. Muchas veces, basta con que nos recuerden que la situación es pasajera para disminuir la ansiedad.
Conversaciones ligeras o escuchar música calmada pueden ayudarnos a gestionar el miedo. Decirnos en voz alta que los efectos desaparecerán también contribuye a calmar la mente.
Aceite de CBD o infusiones de melisa pueden ayudar a suavizar el subidón. Si pensamos en probar algún remedio, es fundamental usar pequeñas cantidades y empezar poco a poco, especialmente si no se tiene experiencia.
Respirar despacio y profundamente relaja cuerpo y mente. Podemos contar cada inspiración y exhalación, dejando que las tensiones se vayan al soltar el aire. Este sencillo ejercicio nos ayuda a recuperar el equilibrio y la serenidad.
Una buena preparación influye muchísimo en cómo vivimos nuestra experiencia con las trufas mágicas. No es solo cuestión de lo que tomamos; prepararnos correctamente puede cambiar la intensidad, la duración y la seguridad de nuestro viaje.
Conozcamos nuestra dosis. El efecto de las trufas mágicas varía según nuestro peso, experiencias previas y la cantidad que tomemos. Si somos principiantes, es mejor ir con prudencia y probar con 5-10 gramos de trufa fresca. No siempre más es mejor; una dosis elevada puede ser más intensa y prolongada, así que solo aumentemos cuando sepamos lo que queremos vivir.
Elijamos bien el entorno. Busquemos un lugar cómodo, fresco y seguro. Apaguemos o silenciemos el móvil, eliminando distracciones o cosas que puedan estresarnos, como ruidos intensos o mensajes de trabajo. Si estamos en casa, limpiar antes ayuda a despejar la mente: un espacio ordenado se traduce en tranquilidad mental.
Cuidemos nuestros sentidos. Antes de empezar, organicemos detalles que nos ayuden a estar presentes y relajados: una almohada suave, aromas agradables o música calmada. Si el viaje se complica, recostarse en la manta de seguridad, oler flores frescas o dejarse envolver por una melodía puede tranquilizarnos.
Infórmate sobre la psilocibina. Las trufas contienen esta sustancia, que en el cuerpo se transforma en psilocina, la responsable de los efectos. El calor puede degradarla, así que no debemos cocinar las trufas. Algunas personas las prefieren en infusión, otras las comen directamente o las encapsulan. Es cuestión de probar y descubrir lo que más nos va.
Confianza y acompañamiento. Conviene tener cerca a una o dos personas de confianza, aunque ellas no consuman. Nos pueden recordar que bebamos agua, animarnos si nos inquietamos o simplemente acompañarnos en cualquier momento del viaje.
El papel que juega nuestro cuerpo antes, durante y después de una experiencia con trufas mágicas es esencial. Nuestra salud, el nivel de hidratación y el descanso determinan en gran medida cómo será el viaje. El efecto de la psilocibina, el compuesto principal de las trufas mágicas, no depende solo de la dosis: también influye nuestro equilibrio interno, el estado de ánimo y la alimentación. Algunas personas disfrutan de sensaciones positivas durante semanas, mientras que otras pueden experimentar ansiedad o malestar. Por eso, es fundamental tener conciencia de nuestro cuerpo y entorno para afrontar la experiencia preparados.
Mantenernos bien hidratados ayuda a regular la respuesta natural al estrés y despeja nuestra mente. Además, reduce las molestias físicas, ayudando a minimizar la probabilidad de tener una mala experiencia.
Un sistema digestivo equilibrado favorece el bienestar mental. La mayoría descubrimos que una comida ligera nos ayuda a mantener un nivel de energía adecuado y a evitar las náuseas. Frutas y verduras no solo hidratan, sino que también nos proporcionan vitaminas que contribuyen a que el cuerpo gestione mejor el estrés y la experiencia sea más placentera.
Dormir lo suficiente marca la diferencia. Nuestro estado mental influye en el viaje, y la fatiga aumenta el riesgo de ansiedad o paranoia. Por eso, es recomendable dormir bien la noche anterior y reservar un rato para relajarnos antes de la experiencia. Técnicas simples como la respiración, escuchar música o permanecer en silencio ayudan a preparar la mente. Tras el viaje, dediquemos tiempo a recuperarnos y asimilar lo vivido; nuestro cuerpo necesita ponerse al día tras los grandes cambios mentales, ya que la "resaca" de la psilocibina puede durar incluso más que el propio efecto.
Prestemos atención a cómo responden cuerpo y mente. Si sentimos incomodidad, ansiedad o cambios de ánimo, detengámonos y respiremos profundamente. Saber cómo nos afecta la experiencia nos permite actuar: hidratarnos, comer algo o darnos un respiro. Este aprendizaje nos permitirá disfrutar de futuras experiencias con trufas mágicas de una forma más consciente y segura.
No siempre es necesario acudir a un especialista tras un viaje con trufas, pero hay señales claras que nos indican cuándo es recomendable dar ese paso. El apoyo profesional nos resulta fundamental cuando la situación supera lo que podemos manejar entre amigos o con autocuidados. Para orientarnos, repasamos algunos casos y a qué hay que estar atentos:
Situación | Señal de advertencia |
---|---|
Ansiedad o malestar persistente | Miedo, pánico o tristeza que no desaparecen tras el viaje |
Secuelas psicológicas duraderas | Sensación de desconexión, bloqueo o trauma varios días después |
Imposibilidad de dejar el consumo | Seguir consumiendo, aunque las experiencias anteriores hayan sido malas |
Dificultad para retomar la rutina | Aislamiento, confusión o problemas para volver a la vida diaria |
Combinación de varias sustancias | Malas reacciones al mezclar trufas con otras drogas |
Antecedentes de salud mental | Depresión o ansiedad que empeoran tras las trufas |
Impacto en la vida cotidiana | Problemas en el trabajo, estudios o relaciones debido al consumo |
Daño causado | Daño físico o emocional autoinfligido o a otras personas |
Si después del viaje seguimos con ansiedad o malestar, no es solo mal día. A veces, esa espiral de ansiedad o depresión se mantiene, incluso aunque descansemos o recibamos ánimo de quienes nos rodean. En estos casos, probablemente necesitemos más ayuda.
La desorientación persistente, la sensación de irrealidad o estar "apagados" varios días después son avisos claros para que pidamos orientación profesional.
El daño duradero va más allá de una mala noche. Si insistimos en el consumo pese a experiencias negativas, o si evadir la realidad nos complica la vida, buscar ayuda experta no es solo aconsejable, es imprescindible. Mezclar trufas con sustancias como LSD o MDMA puede ponernos al límite, tanto mental como físicamente. En esas situaciones, siempre es mejor recurrir a la experiencia de un profesional que intentar sobrellevarlo a solas.
También el historial de problemas de salud mental, como la depresión o ansiedad, aumenta los riesgos. Si vemos que las trufas intensifican estos problemas, o si su uso empieza a afectar al trabajo, la familia o las amistades, lo mejor es solicitar ayuda cuanto antes. Psicólogos, médicos o redes de apoyo pueden ofrecernos recursos y atención que van más allá de lo que puede darnos nuestro círculo cercano.
La mañana tras haber tomado trufas mágicas, la mayoría de nosotros volvemos a la normalidad en menos de 24 horas. Sin embargo, algunas personas pueden notar cambios sutiles en el estado de ánimo o en la energía. Todo depende de aspectos como nuestro organismo, la cantidad consumida y cómo nos encontremos emocionalmente. En algunos casos, los efectos pueden extenderse algo más. Por lo general, el cuerpo elimina las trufas en un día, aunque puede tardar más si la cantidad fue alta o nuestro metabolismo es más lento.
Detenernos a reflexionar sobre el viaje nos ayuda a identificar lo que realmente aprendimos. Incluso si la experiencia fue confusa, casi siempre podemos encontrarle sentido al pensar en ella después. Es útil escribir lo que sentimos o compartirlo con alguien de confianza. Muchas veces, plasmar pensamientos en papel o dibujar lo que surgió durante el viaje contribuye a que el recuerdo deje de parecer extraño y nos ayude a crecer.
El día después, es fundamental hidratarnos. Tomar agua o infusiones es una gran opción. Comer ligero y sano también facilita que nuestro cuerpo recupere su ritmo habitual: fruta, una sopa o una tostada suelen ser buenas elecciones. Si estamos cansados, no hace falta forzarnos; escuchar al cuerpo y tomarnos las cosas con calma es lo más importante.
El ánimo puede experimentar altibajos cuando volvemos a la rutina. Es normal que surjan emociones intensas; lo mejor es vivirlas sin oponernos. Ya sea que nos sintamos algo bajos, inquietos o especialmente contentos, todo forma parte del proceso. Podemos elegir entre descansar en silencio o hablarlo con alguien de confianza, según lo que nos apetezca.
Mover el cuerpo con una actividad sencilla es ideal para recuperarnos. Dar un paseo corto, estirarnos o hacer alguna tarea ligera nos ayuda a restablecer el equilibrio, pero no es recomendable hacer ejercicio intenso o enfrentarse a trabajos muy exigentes nada más volver. Así facilitamos que volvamos a sentirnos nosotros mismos y deje de notarse cualquier resaca mental.
En cuanto a los análisis, la psilocibina puede detectarse en la orina hasta 24 horas, aunque después la mayoría de nosotros da negativo. Las pruebas capilares pueden detectar su consumo durante meses, pero no es algo que deba preocuparnos ese primer día. El cuerpo elimina la mayor parte rápidamente, así que, tras un buen descanso, podremos retomar la normalidad la mañana siguiente.
Las trufas mágicas pueden llevarnos a vivir una experiencia intensa y sorprendente. A veces, la vivencia puede resultar abrumadora, pero contamos con formas sencillas de aterrizar. Es importante beber agua, tomar algún tentempié ligero y descansar un poco. Conversar con alguien de confianza nos ayuda a tranquilizarnos. Cambiar de ambiente, salir a tomar el aire fresco o darnos una ducha templada pueden marcar la diferencia. Escuchemos siempre a nuestro cuerpo. Si alguna vez sientes que la situación se te va de las manos, no dudes en buscar ayuda profesional.
Recuerda: los viajes terminan y la vida sigue. Es posible que al día siguiente te sientas algo desubicado, pero es completamente normal. Date permiso para recuperarte poco a poco y cuida de ti mismo.
¿Te gustaría saber más o compartir tu propia experiencia? Únete a nuestra comunidad. Aquí estamos para apoyarnos y crecer juntos, siempre priorizando la seguridad y el bienestar de todos.
Normalmente, los efectos de las trufas mágicas se prolongan entre 4 y 6 horas. La intensidad y la duración dependen de la cantidad consumida, nuestro metabolismo y diferentes factores personales.
Sí, mantenernos bien hidratados puede favorecer que nuestro cuerpo procese las trufas más rápido y ayudarnos a sentirnos mejor durante el viaje.
Lo recomendable es buscar un lugar tranquilo y seguro para relajarnos y respirar profundamente. Tener cerca a una persona de confianza nos puede aportar tranquilidad. Repetirnos que los efectos pasarán ayuda bastante.
No existe ningún método inmediato para cortar los efectos de las trufas. Comer algo ligero y beber agua puede ayudar a acelerar el proceso, pero lo principal es tener paciencia y dejar que pase el tiempo.
Debemos pedir ayuda si sentimos ansiedad extrema, paranoia o malestar físico. Si en algún momento nos sentimos inseguros nosotros o algún acompañante, lo más adecuado es contactar con servicios médicos.
Preparar el entorno y nuestro ánimo es esencial: elegir un sitio seguro, sentirnos tranquilos y asegurarnos de estar acompañados por alguien de confianza y sobrio puede evitar un mal viaje.
Lo habitual es notar cansancio o cierta sensibilidad emocional. Lo mejor es descansar, comer bien e hidratarnos para que el cuerpo se recupere. En la mayoría de los casos, los efectos desaparecen en cuestión de un día.