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El kratom se percibe de manera diferente en cada persona, aunque la mayoría de la gente coincide en describirlo como una mezcla de relajación y sutil estimulación. Cuando optamos por dosis bajas, solemos notar más energía y estar más sociables.
Si nos decidimos por dosis más elevadas, es posible sentir profundamente relajación e incluso una agradable sensación de bienestar corporal. Otros usuarios destacan su eficacia para sobrellevar molestias físicas o el estrés.
Los resultados del kratom varían según la variedad, la dosis y cómo responde nuestro cuerpo. A continuación, exploramos los factores que influyen en estas sensaciones.
El kratom es un suplemento herbal que se obtiene de las hojas de la Mitragyna speciosa, un árbol perenne propio del sudeste asiático. Sus habitantes llevan siglos utilizándolo, tanto para aliviar molestias como para disfrutar de sensaciones de bienestar.
Hoy en día, el kratom se está popularizando en Occidente por sus propiedades para aliviar el dolor, aumentar la energía y mejorar el estado de ánimo. Sin embargo, no debemos perder de vista que su consumo también implica ciertos riesgos y puede estar sujeto a restricciones legales.
El kratom crece de forma silvestre en los frondosos bosques tropicales de Tailandia, Malasia e Indonesia, donde el clima húmedo y el suelo rico favorecen su desarrollo.
Las lluvias intensas y las altas temperaturas impulsan la producción de los alcaloides responsables de los efectos del kratom. Las comunidades locales llevan generaciones utilizando la planta en la medicina tradicional.
Tanto agricultores como trabajadores suelen masticar las hojas para obtener un ligero estímulo o prepararlas en infusión. Existen diferentes variedades—verde, roja y blanca—cada una con su propio perfil de alcaloides. Las de vena roja suelen ser más relajantes, mientras que las verdes y blancas resultan más energizantes.
Estas diferencias dependen tanto de la variedad genética como del cultivo.
El consumo tradicional de kratom es sencillo: se mastican las hojas frescas o se infusionan en agua caliente para preparar té. Esta práctica sigue siendo habitual en zonas rurales, donde el kratom se comparte en reuniones y celebraciones comunitarias.
Al estar presente en tantas ocasiones sociales, descansos laborales e incluso rituales, el kratom suele generar una leve euforia que ayuda a las personas a mantenerse activas y conversadoras durante toda la jornada.
Su efecto es suave, lo justo para suavizar la fatiga. En algunos lugares, el kratom no se limita al ocio: forma parte de la experiencia colectiva y cultural.
Con su llegada a Occidente, la forma de consumirlo ha cambiado. Ahora encontramos kratom en cápsulas, polvos y extractos; algunos lo añaden incluso a batidos o bebidas energéticas.
Este cambio suele ir acompañado de dosis más altas y una menor conexión con la tradición.
Las propiedades del kratom se deben principalmente a dos alcaloides: mitraginina y 7-hidroximitragynina. Actúan sobre los receptores opioides del cuerpo, aunque de forma distinta a los opioides farmacéuticos.
La mitraginina es la más abundante y produce desde una ligera estimulación en dosis bajas hasta sedación en cantidades mayores. La 7-hidroximitragynina, más potente, se relaciona con el alivio intenso del dolor.
Estos alcaloides están siendo objeto de estudio. Algunos expertos ven en ellos un posible remedio para el dolor o el bajo ánimo, aunque otros advierten sobre riesgos como la adicción o reacciones adversas.
Se han registrado casos de abstinencia, ansiedad e incluso fallecimientos, sobre todo asociados a productos sin regular. Su legalidad varía mucho según el país y las percepciones sobre el kratom son diversas.
Los efectos del kratom pueden variar bastante en función de la dosis y la variedad que elijamos. Cada uno de nosotros percibe el kratom de una manera diferente dependiendo de nuestra fisiología, tolerancia personal y estado mental. Incluso un pequeño ajuste en la cantidad o en la variedad puede cambiar toda la experiencia, por lo que es fundamental que sepamos cuáles son nuestros propios límites.
Las razones para tomar kratom son muy diversas, así que conviene tener claro qué podemos esperar en función de si optamos por una dosis baja o alta.
Empezar con dosis bajas —normalmente entre 1 y 3 gramos— es lo más habitual. En este rango, se nota un leve aumento de energía y concentración, haciendo que las tareas cotidianas sean más llevaderas. Muchos usuarios cuentan que se sienten animados, despejados y con ganas de afrontar el día, pareciéndose a una infusión fuerte de té pero sin esa sensación ansiosa de la cafeína.
En este nivel, la sociabilidad tiende a mejorar. Sentimos que hablamos más, conectamos mejor con otras personas e incluso nos desenvolvemos con más soltura en grupo. El estado de ánimo mejora, el nerviosismo disminuye y aparece una sensación general de bienestar. Por eso, algunos optamos por el kratom tanto para trabajar como para reuniones sociales.
A diferencia de las dosis altas, aquí normalmente no aparece sedación. Podemos notar ansiedad más baja, pero seguimos atentos y activos. Se suele preferir el kratom de venas blancas para este efecto estimulante, o las variedades verdes cuando queremos un balance entre energía y relajación. Muchos afirmamos que el kratom nos hace sentir productivos y a gusto, sin que la mente se entorpezca.
Cuando superamos los 5 gramos, los efectos cambian radicalmente. La relajación, la calma muscular y una profunda sensación de tranquilidad se hacen presentes. Algunos de nosotros utilizamos dosis mayores sobre todo para combatir el dolor, al sentir ese calor interno y confort que ayuda a mitigar molestias físicas.
En dosis elevadas, es habitual que sintamos somnolencia o una pesadez agradable en el cuerpo. La sensación es parecida a la de algunos calmantes, pero sin llegar a una sedación excesiva. La mayoría recurrimos a las variedades rojas por la noche, para relajarnos, ayudar a dormir o frente a molestias crónicas.
Hay que ser prudentes: las dosis altas pueden provocar efectos secundarios como visión borrosa, sudor frío, temblores o inquietud. Más de uno ha comprobado que, tras 8 gramos, aparecen todos estos síntomas a la vez. Además, se desarrolla tolerancia rápidamente y es fácil acabar necesitando la sustancia si abusamos.
El kratom también puede influir en nuestro ánimo. Hay quien experimenta una euforia sutil, una sensación de placer o simplemente percibe la vida con más ligereza. Este impulso está muy ligado a la dopamina, que nos ayuda a disfrutar de los pequeños detalles.
Para otros, el efecto es básicamente equilibrante: desaparece el estrés, baja la ansiedad y ganamos confianza. No obstante, cada persona lo vive de forma distinta; a algunos solo les relaja ligeramente y otros pueden notar cierto vaivén emocional si consumen demasiada cantidad o con demasiada frecuencia.
El kratom produce relajación muscular, alivia la tensión y reduce dolores, sobre todo si son crónicos, aunque sus efectos suelen durar unas horas. No es raro que muchos lo utilicemos únicamente por estas propiedades.
Con dosis bajas, solemos sentirnos más ágiles y resistentes físicamente, ideal para afrontar días agitados. Sin embargo, el organismo puede reaccionar de manera diferente: algunas personas notan sudoración, malestar estomacal o sensaciones extrañas.
Conviene prestar atención a estos síntomas y no ignorarlos. Los efectos secundarios pueden aparecer, así que lo recomendable es escuchar a nuestro cuerpo.
El supuesto "subidón" del kratom no es como el de otras sustancias. La euforia suele ser suave y, sobre todo, compatible con claridad mental; no se parece al efecto de los opiáceos ni resulta tan peligroso excederse, aunque el riesgo nunca desaparece totalmente.
No debemos subestimar su potencia, sobre todo si buscamos efectos más notables. Existen riesgos reales: dependencia, reacciones negativas e incluso daños si se abusa. Para nosotros, el uso responsable implica conocer nuestros propios límites y ser claros con lo que buscamos al probar el kratom.
Hay muchos aspectos que pueden condicionar cómo nos afecta el kratom, desde el tipo de hoja que elegimos hasta nuestro propio estado de ánimo. Todos estos factores intervienen para que la experiencia sea más suave o intensa, positiva o con riesgos. Si los conocemos de antemano, podremos tomar decisiones más informadas y seguras sobre su consumo.
Color | Efectos principales |
---|---|
Rojo | Relajación, alivio del dolor, calma |
Blanco | Energía, concentración, estimulación |
Verde | Equilibrio en el ánimo, energía con relajación |
Las variedades rojas suelen ayudarnos a relajarnos; por eso mucha gente las prefiere para combatir el dolor o descansar mejor. Son populares entre quienes sufren de insomnio o molestias crónicas. En cambio, las variedades blancas nos aportan más energía y agudizan la concentración, ideales para sobrellevar largas jornadas o momentos de máxima exigencia.
El kratom verde ofrece lo mejor de ambos mundos: un equilibrio entre estímulo y calma. Es perfecto si buscamos un empujón, pero sin renunciar a la serenidad.
Cada organismo reacciona de forma diferente al kratom. Cuestiones como el peso, el metabolismo y la salud general van a determinar cómo nos afecta. Un metabolismo rápido puede hacer que notemos antes los efectos, pero que duren menos. Si tenemos más peso, probablemente necesitemos una cantidad mayor para percibir resultados similares.
Si ya sufrimos problemas de salud, especialmente en el hígado o los riñones, el riesgo aumenta. El consumo habitual de kratom genera tolerancia. Si lo utilizamos a menudo, es fácil que terminemos subiendo la dosis para sentir los mismos efectos. Esto puede llevar a tomar cantidades mayores, elevando también la probabilidad de efectos secundarios, dependencia o incluso síntomas de abstinencia.
Por eso, es fundamental que mantengamos la atención sobre cómo responde nuestro cuerpo y que hagamos pausas periódicas para evitar que se convierta en un hábito.
Nuestra actitud y nuestro estado mental influyen mucho. Si antes de consumir kratom estamos nerviosos o alterados, puede que la experiencia nos haga sentir más inquietos o incluso llegar a la paranoia. Esto, sobre todo si mantenemos dosis altas o un consumo habitual, puede desembocar en problemas más serios relacionados con la salud mental.
Algunos estudios relacionan años de consumo diario (más de 20 dosis al día) con la aparición de alucinaciones y paranoia. Afrontar la experiencia con calma y una mentalidad positiva nos ayuda a vivirla de forma más tranquila y segura. El kratom puede ser útil para la ansiedad, la depresión o el estrés postraumático; de hecho, muchos lo usan con ese objetivo.
De todos modos, es importante tener en mente por qué lo tomamos y prestar atención a cómo nos sentimos antes y después. Así, reducimos riesgos y aprovechamos más los posibles beneficios.
El modo en que tomamos el kratom influye en la rapidez y la intensidad del efecto. El método "toss and wash" es directo y rápido, aunque su sabor resulta fuerte para algunas personas. Las cápsulas son la opción más sencilla, pero los efectos tardan más en aparecer.
El té proporciona un inicio más suave, ideal si queremos una subida gradual. Los extractos concentran el principio activo, así que hay que tener mucho cuidado con la dosis. Vale la pena experimentar, pero siempre empezando poco a poco hasta encontrar lo que mejor se adapte a nosotros.
Cuando tomamos kratom, sus efectos atraviesan varias fases: el inicio, el pico y el descenso. Saber cuánto dura cada etapa nos ayuda a organizarnos, evitar situaciones incómodas y gestionar nuestra experiencia de forma segura. Por lo general, la mayoría de quienes usamos kratom sentimos sus efectos entre dos y seis horas, aunque esto depende mucho de la dosis, el tipo de kratom y nuestro propio organismo.
Aquí os dejamos un resumen sencillo de lo que podéis esperar:
Planificar con antelación es clave: las variedades más potentes o las dosis elevadas pueden prolongar los efectos hasta 6 horas. Por eso, conviene pensar antes en el trabajo, actividades sociales o si vamos a conducir. Por ejemplo, hay personas que cuentan que los tipos más energizantes de kratom les mantienen activos durante 5 horas, mientras que los más sedantes alargan la relajación más de lo habitual. Incluso cuando ya no sentimos el efecto principal, el kratom puede quedarse en el cuerpo durante más tiempo.
El kratom hace efecto rápido. Normalmente comenzamos a notar sus efectos entre 10 y 15 minutos si usamos polvo suelto o extractos. En ocasiones puede ser tan inmediato como 5 minutos, pero a veces puede tardar hasta 30. La forma en la que lo tomamos (infusión, cápsulas o polvo natural) influye en la rapidez; tanto el polvo como la infusión suelen actuar antes que las cápsulas.
Nuestro metabolismo también marca la diferencia: si somos rápidos, los efectos aparecen antes. Si hemos comido mucho o tenemos un metabolismo lento, la sensación puede tardar algo más. Este primer paso puede parecer sencillo, pero es fundamental. Muchas veces pecamos de impacientes y tomamos más pensando que no está funcionando. La paciencia aquí evita excesos innecesarios.
Conviene que estemos atentos a cómo nos sentimos. Si somos principiantes, es útil apuntar la hora y registrar cada sensación cada pocos minutos.
Durante el pico, el kratom alcanza su máxima intensidad. Esto suele ocurrir entre una y dos horas después de tomarlo. Dependiendo del tipo y la dosis, podemos sentirnos más creativos, con mejor ánimo, o profundamente relajados. Algunas personas describen una sensación ligera y alegre, mientras otras notan una relajación intensa y alivio de molestias.
Esta etapa dura entre 1 y 3 horas. La intensidad depende de nuestro cuerpo, la variedad de kratom y la cantidad tomada. Si elegimos kratom estimulante, notaremos energía y enfoque; los más completos nos brindan una relajación más extendida. Saber cuándo estamos en el punto álgido nos ayuda a evitar malas decisiones, como conducir o afrontar situaciones que requieren concentración.
Después del pico, los efectos se desvanecen poco a poco. Para la mayoría, las sensaciones principales desaparecen alrededor de las tres horas, pero hay variedades que pueden persistir hasta seis si hemos tomado una dosis alta. Los extractos suelen tener un efecto más intenso, aunque se pasan antes, en torno a tres horas en algunos casos.
En esta fase podemos encontrarnos algo cansados, con la mente algo nublada o simplemente relajados. Mucha gente la llama "bajada", similar a lo que se siente al dejar de tomar café o alcohol. En nuestro caso, nos viene bien descansar, hidratarnos y dejar tareas importantes para otro momento.
En ocasiones, sobre todo si el consumo no es habitual, puede haber síntomas leves de abstinencia, pero suelen ser pasajeros. La recuperación es esencial: demos espacio a nuestro cuerpo para reponerse. Si estamos fuera de casa o con planes importantes, conviene tener en cuenta que necesitaremos este tiempo de relajación al final.
El kratom puede aportar sensaciones alternativas, pero no está exento de inconvenientes. Hay quienes encuentran alivio y bienestar, pero también existen casos donde aparecen complicaciones –a veces serias. Para nosotros, el uso responsable y la autoconciencia son fundamentales. La información es esencial para moverse con precaución si queremos probar el kratom.
A continuación, repasamos los riesgos más habituales y consejos para manejar el consumo con más seguridad y atención.
Riesgo potencial | Descripción |
---|---|
Dependencia | Consumir con frecuencia puede desarrollar ansiedad y síndrome de abstinencia similar a los opiáceos. |
Reacciones adversas | Dolores de cabeza, náuseas, irritabilidad y nerviosismo suelen aparecer con dosis altas. |
Calidad del producto | Al no estar regulado, existe riesgo de presencia de metales pesados, bacterias o adulterantes. |
Interacciones medicamentosas | Puede interferir con medicamentos o agravar algunos problemas de salud. |
Efectos a largo plazo desconocidos | La investigación es limitada; se han reportado síntomas como ansiedad, depresión o deseos de consumo. |
Sobredosis o muerte | Casos poco frecuentes, pero existen; los centros de toxicología han registrado miles de llamadas relacionadas. |
El exceso de kratom o su consumo muy frecuente suele provocar jaquecas e irritabilidad, sobre todo si estamos comenzando o probando variedades más potentes. No todo el mundo tiene reacciones adversas, pero conviene estar atentos a cambios de ánimo repentinos o malestar tras la ingesta.
Escuchar nuestro cuerpo nos da pistas para detectar síntomas tempranos. Si aparecen molestias o nerviosismo, debemos parar y analizar si influyen factores como la dosis, la variedad o nuestra situación personal. Ajustar, cambiar de variedad o reducir la dosis puede suponer marcar la diferencia entre un consumo cómodo y uno problemático.
Como sucede con otros hábitos, repetir el consumo suele acabar en que la misma dosis ya no logra los mismos efectos. Es posible que sintamos la tentación de aumentar la cantidad, pero esto eleva el riesgo de efectos no deseados y dependencia. La tolerancia va creciendo poco a poco, volviendo el kratom menos eficaz y empujándonos a tomar más.
Descansar no es solo recomendable: es necesario. Alternar jornadas sin consumo le da al cuerpo la oportunidad de recuperarse y ayuda a que el kratom mantenga su eficacia si lo retomamos. El consumo consciente es vital para proteger nuestra salud a largo plazo y evitar complicaciones.
Como bien sabemos, un consumo frecuente o diario aumenta el riesgo de enganche. Muchas personas acaban experimentando síntomas de abstinencia similares a los opioides: ansiedad, cambios de humor o cravings si dejan de tomarlo de golpe.
Estos signos no siempre se perciben al principio. Conviene estar atentos si sentimos que necesitamos kratom para estar "normales" o si nos cuesta estar tranquilos sin él. También pueden aparecer depresión o insomnio al interrumpir el consumo, lo que es indicativo del inicio de la abstinencia.
Si detectamos señales de dependencia, es importante pedir ayuda cuanto antes. Aunque al principio parezcan leves, los grupos de apoyo y los profesionales sanitarios pueden orientarnos para retomar el control.
El kratom no es una planta con un efecto único para todos. Sus efectos dependen de la dosis, la variedad y la propia respuesta del cuerpo de cada uno. Aunque a veces se hable del “subidón” del kratom, no se parece en nada al cannabis o los psicodélicos convencionales. Sus principales alcaloides, la mitraginina y la 7-hidroximitraginina, actúan sobre los receptores opioides, pero sus sensaciones son diferentes.
En pequeñas cantidades (1 – 5 gramos), el kratom actúa más como un estimulante natural. Notamos un aumento en el estado de alerta, una ligera sensación de energía similar al café y, muchas veces, logramos mayor concentración. Incluso las tareas más rutinarias nos resultan menos pesadas y afrontamos el día con mejor humor.
Podríamos compararlo con tomar un espresso, pero sin la sensación de nerviosismo que da la cafeína a algunas personas. Los efectos estimulantes suelen sentirse en diez minutos y pueden ser un aliado si estamos estudiando o necesitamos rendir durante una larga jornada laboral.
Muchos de nosotros notamos que conversamos más, pensamos con rapidez y mantenemos una actitud positiva. Este “subidón” no es intenso, sino más bien un empuje suave que desaparece en unas horas.
Las dosis más altas (5 – 15 gramos) provocan el efecto contrario. El kratom actúa entonces más parecido a un opioide: el cuerpo se relaja, todo va más lento, el dolor disminuye y la mente puede entrar en un estado de somnolencia. Puede aparecer cierta euforia, pero es mucho más suave que la de los opioides tradicionales.
Algunas personas sentimos sueño, mientras que otras simplemente notamos tranquilidad y menos ansiedad. Aquí el protagonista es el 7-hidroximitraginina, que es mucho más potente que la morfina, pero el conjunto de compuestos del kratom modera la experiencia, por lo que no se suele alcanzar ni la euforia intensa ni los riesgos de los opioides químicos.
Eso sí, a estas dosis también aparecen efectos secundarios como náuseas o picores. La sensación sedante puede durar varias horas y no es raro quedarse medio dormidos. Cada persona puede vivir la experiencia de manera diferente: lo que es agradable para algunos, puede resultar excesivo para otros.
Cada cuerpo reacciona a su manera. El efecto del kratom cambia según nuestro peso, metabolismo, o si hemos comido recientemente. Las distintas variedades y preparaciones —ya sea en infusión, cápsulas o al "toss-and-wash"— también influyen en la intensidad y la rapidez con la que notamos los efectos.
Quienes lo toman habitualmente notan que la tolerancia aumenta deprisa y que, con el tiempo, pueden necesitar más cantidad para conseguir el mismo resultado. Por eso, siempre recomendamos empezar con la dosis mínima para ver cómo reaccionamos.
Las sensaciones van desde una ligera euforia hasta una potente relajación.
El kratom actúa sobre los receptores opioides, así que un consumo prolongado y regular puede acabar causando cierto síndrome de abstinencia. Si lo dejamos tras semanas de uso continuo, no es raro sentir cansancio, cambios de humor o dolores de cabeza. Aunque la probabilidad de generar dependencia es menor que con los opioides clásicos, no es inexistente.
Todavía se estudia el potencial adictivo real, pero por precaución, lo mejor es moderar su uso y prestar atención a los hábitos. La gran mayoría de personas que lo usan de manera responsable no desarrollan adicción.
La forma en la que el kratom actúa no es solo una cuestión física, sino un auténtico diálogo entre mente y cuerpo que transforma nuestra percepción. Cada experiencia, ya sea más intensa o más leve, adquiere matices nuevos que afectan tanto nuestro estado de ánimo como los sentidos. Muchas personas notan que el kratom aporta una dimensión diferente a las sensaciones, el contacto, el sabor y el modo en que vivimos cada momento.
A veces sentimos que lo físico y lo mental van de la mano, y otras parece que no terminan de sincronizarse. La reacción de cada uno es única, marcada por nuestra personalidad, nuestra historia y nuestro estado de ánimo.
Algunas personas notan una clara subida de energía y motivación tras consumir kratom. De pronto, sentimos que podemos con las tareas de la casa, salir a correr, o simplemente abordar el trabajo diario con más ganas y determinación. Para otros, ese impulso es más sutil, como una ligera ayuda que nos anima a terminar algo pendiente o a iniciar una conversación.
Esta sensación de vitalidad puede resultar muy útil en días complicados. Es posible que nos sintamos mucho más concentrados y con iniciativa, capaces de afrontar retos que antes nos parecían imposibles. Pero hay que estar atentos: es fácil ignorar las señales que nos manda el cuerpo.
Si nos excedemos podemos acabar agotados o experimentar cierto malestar. En algunos casos, sobre todo al consumir dosis elevadas o hacerlo con demasiada frecuencia, puede aparecer inquietud o ansiedad. Por eso, es importante aprender a gestionar esa nueva energía y escuchar nuestro cuerpo.
El kratom a menudo realza nuestros sentidos: la comida puede resultar más sabrosa, la música más profunda o incluso las texturas más intensas. También hay quien percibe los colores con mayor viveza o aprecia los sonidos de forma distinta. Todo esto hace que momentos cotidianos cobren vida propia.
El paso del tiempo puede parecer más rápido o más lento, los espacios se sienten más amplios, o incluso más estrechos. A veces, una simple noche en silencio se convierte en una oportunidad para explorar nuevos matices de sabor y sonido.
Sin embargo, el mismo ambiente puede hacernos sentir incómodos si lo vivimos con ansiedad o inquietud. No todos experimentamos estos cambios de la misma manera: algunos apenas los notan, mientras que para otros son el principal motivo para usar kratom.
Adoptar una actitud abierta y atenta nos ayuda a comprender estos cambios y conocernos mejor por dentro.
El kratom también afecta a nuestra voz interior: los pensamientos pueden fluir de forma distinta, surgen ideas nuevas y a veces nos resulta más fácil reflexionar, observar o crear. Escribir, dibujar, o simplemente escucharnos en silencio puede ofrecernos momentos de auténtica inspiración.
En ocasiones, estas sensaciones se convierten en verdaderas revelaciones. Podemos descubrir el origen de nuestras preocupaciones o ver viejas situaciones desde otra perspectiva. No obstante, también puede hacernos revivir recuerdos difíciles, especialmente si hemos pasado por situaciones traumáticas.
Observar nuestro diálogo interno, durante y después del consumo, nos ayuda a reconocer patrones emocionales y a crecer personalmente.
Algunos de nosotros notamos que el kratom aporta una sensación de calma y bienestar, mientras que a otros nos ofrece un pequeño impulso de energía o facilita la concentración. Todo depende de la dosis, de cómo estamos ese día o incluso de nuestro propio organismo. Son muchísimos los europeos que recurren al kratom para relajarse tras una jornada laboral intensa, sobrellevar el estrés diario o, simplemente, para descubrir por sí mismos sus efectos. Hay quienes buscan aliviar molestias o tensiones, y otros, sencillamente, quieren pausar el ritmo y desconectar un poco.
Ahora bien, el kratom no es para todo el mundo, así que lo ideal es probar poco a poco y escuchar cómo reacciona nuestro cuerpo. Si queremos profundizar o compartir nuestras anécdotas, podemos pasarnos por el foro de Azarius o charlar con otras personas que ya lo han probado. Sigamos explorando, mantengámonos informados y, sobre todo, tomemos decisiones seguras y responsables.
El kratom puede brindarnos una sensación de relajación, bienestar e incluso mejorar la concentración. Todo depende de la dosis, la variedad elegida y nuestro propio organismo. Hay quienes confirman que les ayuda a aliviar el dolor o a mejorar el estado de ánimo.
Normalmente, los efectos pueden durar entre 2 y 6 horas, aunque esto varía según la cantidad consumida, el tipo de kratom y el metabolismo de cada uno.
El kratom puede generar cierta sensación de euforia o bienestar, pero no suele considerarse un “colocón” como el de otras sustancias. Sus efectos suelen ser suaves y dependen del uso y de la dosis.
El modo en que el kratom nos afecta depende de la dosis, la variedad, nuestras características físicas y la forma en que lo consumimos. Cada experiencia es diferente.
Algunos posibles efectos indeseados son náuseas, mareo, estreñimiento o somnolencia. Además, un consumo prolongado puede derivar en dependencia o en síntomas de abstinencia.
La seguridad del kratom sigue siendo estudiada. Siempre recomendamos un consumo responsable y moderado. Si tienes dudas, consulta siempre a un profesional sanitario.
Sí, el kratom puede influir en nuestro estado mental y físico. A veces, notamos cambios en la euforia, el ánimo, el nivel de energía o el alivio del dolor. La reacción depende de cada persona.